Nada hace más ilusión cuando llega la primavera que ir viendo cómo brotan las plantas y los árboles. Vas pensando, -¡mira!, este año tendremos manzanas-, das unos pasos más, -¡anda!¡el peral!- y sigues caminando, y desde lejos miras, -¡ummm!¡qué cerezas más ricas!-, pero el cerezo no llegó a brotar. Y allí quedó, sólo y triste, con su madera de buena calidad, esperando alimentar la tierra, o la chimenea, o...., ¿no necesitamos una barra para esta cortina?
Cortamos el cerezo, quitamos la corteza, lijamos y redondeamos los cantos, damos barniz incoloro y atornillamos a la pared, ¡por fin queda tapado el armario de los abrigos!